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VIÑETA DE 'EL ROTO' (España)

Podemos: Movimos ficha, pero ellos también

“Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron”

El Roto

Publicado: 2018-01-17

No es el primer aniversario de Podemos que vivo en España y como parte de la formación. Pero este es, sin duda, un aniversario especial. Especial por lo agridulce. Como esos cumpleaños que intuyes desde la mañana que supondrán un punto de inflexión en el camino.  

Han pasado cuatro años y a Podemos lo han matado, por lo menos, unas 10 veces. Los medios de comunicación, que con nosotros hacen antes de vaticinadores de desgracias -o incluso de creadores de ellas- han matado a Podemos antes de las europeas del 2014, o un día después de la multitudinaria Marcha del Cambio en enero del 2015 con el injustamente llamado “caso Monedero”, o en marzo del 2015 luego de las andaluzas porque “no habíamos ganado”, o luego de las catalanas de ese mismo año, o luego del 20D por no lograr que Sánchez nos mirara a nosotros en lugar de a Cs -la derecha más extrema, etc. La lista continúa hasta este enero luego de las elecciones catalanas del 21 de diciembre.

No nos confundamos, Podemos ha hecho cosas muy bien y ha hecho cosas muy mal. Podemos es una organización política que se parece tanto a la heterogeneidad de las personas que lo conforman, como al país que aspira gobernar. Como peruana, como alguien que ha vivido y sigue viviendo este proceso con los anteojos que me da cierta distancia, podría decir que estos cuatro años han sido de intimidatoria responsabilidad. Creo, honestamente, que cuando se gestaba lo que ahora vivimos a diario no teníamos idea de los enormes costes que supondría. Y como ocurre cuando algo se empieza, hemos cometido errores. Pero, y de esto doy fe por la parte que me toca y por la que toca a quienes me rodean en el día a día, ninguno de ellos por faltar a los principios ni a lo que defendemos ni a quienes representamos, sino justamente todo lo contrario. Es justo esa responsabilidad y ese compromiso el que nos ha hecho cabalgar contradicciones a veces dolorosas, nos ha hecho repensar las audacias que, alguna vez, nos costaron mucho menos, nos han hecho embarcarnos en debates que dejaron de tener la relevancia de una discusión entre amigos para ser LA discusión de nuestras vidas y nos han hecho tímidos en momentos que, tal vez, debimos afrontar con más radicalidad. En suma, nos han hecho considerar la variable del “tenemos algo que perder”.

Y, claro, cuando existe esa variable uno ya no se tira al monte como cuando no. Y sólo eso es ya un enorme coste. Y supone, creo, alcanzar cierta madurez.


MULTITUDINARIA MARCHA DEL CAMBIO EN PUERTA DEL SOL (ENERO 2015)

Decía que llegamos a estos cuatro años con un sabor agridulce entre los labios. Somos conscientes de que siempre hemos sufrido el desgaste orquestado desde diversos frentes: por los medios de comunicación nunca afines ni al color de nuestro logo, pero también las campañas magistralmente montadas por los poderes económicos que saben lo que suponemos para ellos.

Pero aún siendo conscientes de ello, hay que reconocer que el desgaste es el desgaste y el golpe continuo hace yaya (‘pupita’ como dirían en España). Porque han pasado cuatro años de movilizaciones continuas, de demasiadas campañas electorales (¡en cuatro años!), de aprender a reconocer tanto el piso de la cuarta planta del Congreso de los Diputados, el salón de los ayuntamientos del cambio, los escaños del Europarlamento, etc. como ser consciente de lo que significa habitarlos y, por supuesto, sacarles partido. Y todo en tiempo récord. Pero nada de esto es nuevo y, como dijo Pablo en su última intervención política en el Consejo Ciudadano Estatal de la semana pasada, siempre supimos que el árbitro estaba comprado y jugaba para el equipo contrario.

Sin embargo, el año 2017 ha sido particularmente turbulento no para Podemos, sino para España. Hay quienes quieren hablar únicamente de Podemos y de explicar las encuestas (en cuyas cifras cada vez confío menos) desde los que ellos consideran nuestros errores antes que pensando en lo que realmente ha ocurrido en este país en los últimos años y, con especial turbulencia, este último año. Sí, Cataluña, pero no sólo. Lo que ocurre en España es mucho más amplio y Cataluña es una evidencia de ello. Lo que vivimos en estos cuatro años de absoluta excepcionalidad es el quiebre del régimen que se ha visto obligado a replegarse autoritariamente, sobre todo con un Podemos al frente que, les guste o no, está dentro de las que antes eran instituciones exclusivamente suyas.

Así como el 15M supuso la voz de millones en España denunciando que “no nos representan”, este año, el pueblo catalán ha hecho lo propio. Más de una década de ninguneo por parte de un estado central que decidió saltarse las normas y restarles la soberanía que habían ganado democráticamente en las urnas estalló del todo este 2017, aunque fue estallando por episodios regulares desde el 2010. La intervención del PP en Cataluña con la aplicación inconstitucional del artículo 155 fue la gota que colmó el vaso. Nos dijeron que el 155 era mágico, que resolvería todo el conflicto catalán,que por fin acabaría con “los secesionistas” (frivolizando a ese 80% de catalanes que quiere ejercer su derecho a decidir), apresaron a los miembros del Govern que pudieron, a otros los dejaron libres aunque los culpaban por los mismos delitos (sí, así de absurdo) y otros se fueron a Bruselas, pero así todo llegó el 21D, con la pócima mágica del 155 derramada sobre toda la comunidad catalana, y ¡zas! volvió a ganar el indepentismo.

Y en medio de un escenario así de polarizado, en medio de unas elecciones que primero fueron plebiscitarias y este 21D fueron también un manifiesto de rechazo elocuente al autoritarismo de Rajoy y ese 155 que fracturó del todo un acuerdo (y ya ni hablar de los derechos ciudadanos), desde Podemos quisimos apostar por la bandera de la coherencia, crecer como vía media entre la polarización de dos bandos fuertes, apostar por el referéndum vinculante como única vía de solución al conflicto en lugar de subirnos a uno de los dos irresponsables vagones y, claro, perdimos. ¿Pudimos hacerlo mejor? Sin duda. ¿No fuimos capaces de llegar a ese 80% que pide lo que nosotros proponemos? Es lamentablemente cierto. Pero ese que ha sido un error sobre el cual trazaremos líneas, no es un problema único de Podemos, es un problema de país y la única manera de resolverlo es haciendo política, pero para ello estaría bien que antes de hablar de si Iglesias luce mejor o peor la coleta este mes, y hablemos de que el Partido Popular no tiene un proyecto de país que incluya a Cataluña, que Ciudadanos apuesta por construir país dejando fuera a los 2 millones que votan independencia y que Convergencia es la derecha catalana que podrá enarbolar la estalada pero será el primer partido en proponer y defender recortes que golpearán a la mayoría de la gente.

Hace cuatro años, cuando Pablo Iglesias asumía la responsabilidad de encabezar una lista a las elecciones europeas lo hizo con el manifiesto “Mover ficha” porque eso es lo que tocaba. Hoy, cuatro años después, tenemos claro que hicimos bien al moverla, pero somos plenamente conscientes de que, como en toda partida, los adversarios han sabido mover las suyas.


PABLO IGLESIAS Y LA BANCADA DEL GRUPO CONFEDERAL UNIDOS PODEMOS DURANTE LA MOCIÓN DE CENSURA A MARIANO RAJOY (JUNIO 2016)


Por eso este aniversario me parece tan importante y por eso lo siento como un punto, no de quiebre, sino de alto en el camino. Podemos vuelve a mirarse y a reconocerse en esa España del 15M, porque esa es la España de hoy frente a la que nos quieren “normalizar” el PP con el sostén de Cs y el servilismo abstencionista del PSOE. La España del 15M no es la que se resigna a los empleos temporales, a que las pensiones no sean más un servicio público, a que no haya lugar para los refugiados que mueren en nuestras costas a diario, a que se haga válido el “roba pero gestiona”, a que le hablen de una recuperación que no se siente en los bolsillos, a que se viva con indiferencia frente a cada asesinada por violencia machista, etc. La España del 15M es aquella que, como dice 'El Roto' -citado líneas arriba- tiene jóvenes que de manera heroica se levantaron a denunciar a quienes rompieron el pacto por arriba en sus despachos y regalaron la soberanía del país a los grandes poderes financieros sin consultar a la gente, aunque ahora se las dan de constitucionalistas, es aquella construida por quienes  no están dispuestos a dejarle a sus hijos un peor país del que construyeron. La España del 15M es esa que, poéticamente, en 2016 rompió las puertas de una institución que siempre había sido bicolor.

Y este año nos toca a nosotros más que a nadie recordarlo. No olvidemos que hemos llegado para quedarnos hasta que las razones por las que nacimos no existan. Y a día de hoy no sólo existen, sino que tienen rostros y nombres y nos gritan a diario. Mientras lo hagan, escucharemos. Mientras lo hagamos, en palabras de Arguedas, ‘kachkaniraqmi’ (seguiremos siendo).

¡Felices cuatro años!


Escrito por

Laura Arroyo Gárate

Feminista, lingüista, trabajólica y miope. 100% peruana.


Publicado en

Altoparlante

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