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VIÑETA: El roto

Giro de tuerca: esta batalla está perdida

Algunos apuntes al vuelo a partir de una vorágine de noticias que he ido leyendo a la distancia. Me desconecto por unos segundos de la campaña en España para soltar guiones en código peruano. Tal vez la mejor manera de armar una fotografía que no es muy esperanzadora, pero sobre todo, estamos mirando del lado incorrecto.

Publicado: 2015-12-15

He intentado.

Entré a las redes tempranito con el fin de "entender" lo que viene ocurriendo allá. A veces creo que tanto trabajo, tanto remolino y las horas de diferencia (más el charco de por medio) terminan siendo una excusa efectiva para evadir una realidad que sé que me dolerá en cuanto la vea.

No me equivocaba.

He visto cómo hay un sentido común de loa y admiración/temor exagerados frente a la figura de Favre. Como si un consultor pudiera alterar resultados electorales. Es una variable a considerar, seguro, pero no es un punto determinante. Esto solo evidencia la mediocridad estratégica o de lógica comunicativa de cualquier otro candidato en realidad. Un mínimo de profesionalismo gana a cualquier improvisación.

He visto cómo, aunque su candidatura no me guste, un candidato como Guzmán ha pasado de ser la invisibilidad absoluta, a estar en el centro del fango (bueno, del fanguito. Las ligas mayores son siempre otras). Tal vez su "outsiderismo" sea bien visto por algunos y casi hasta esperanzador. Lo que me apena es ver cómo las redes sociales hacen de lentillas de la realidad. El ganador del facebook no es el ganador de las elecciones en ningún lugar del mundo (ni siquiera aquí donde la brecha de internet es muchísimo menor que en Perú). Guarden los pompones que se están adelantando.

He visto una des-renuncia vía Facebook, aunque lo más triste ha sido, confieso, ver cómo un candidato como César Acuña se permitía rechazar a Susana Villarán en sus filas. ¿Quién le dio la oportunidad de siquiera hacerlo? Pues ella misma. Eso también es lamentable. El olfato político es un sentido que se gana con la experiencia. He aquí una excepción a la regla.

He visto cómo Yehude Simon, en la más clara descripción gráfica de 'abrazo del oso', ofrece nuevamente abrir puertas a Villarán, sabiendo ahora que las líneas rojas de la primera son cuando menos, muy difusas. Ese es el riesgo de la tibieza por más justificada que la presentes: termina dejándote en el margen de la irrelevancia.

He visto, esto con mejor gesto, un par de aplausos a lo que parece ser una "unidad de siglas". Seamos francos, esto de "Unidad de izquierdas" así como ha ocurrido (o viene ocurriendo porque no se ha concretado del todo) es sólo una frase. Tal vez sea bueno partir de reconocerlo para construir, ahí sí, verdaderas izquierdas. Que se agrupen en torno a una candidatura muestra antes un afán de supervivencia que una concienciación de la importancia de la unidad. Esto no está mal, es igual un mejor primer (primitivo) paso frente a la fractura total*. 

En medio de todo esto quedan los candidatos que se benefician de los pormenores y chanchullos de la agenda política del momento: ¿tú con quién vas?, yo decido volver a presentarme, yo te abro las puertas, conmigo ni lo sueñes, nos unimos porque si no morimos, etc. Sin discusiones de fondo, son los candidatos gordos (justamente aquellos a quienes se dice que se quiere vencer) quienes se crecen. 

Del otro lado, queda un electorado que, ojo, no será indeciso toda la vida y que, como cualquier indeciso, puede en cualquier momento virarse no hacia el candidato más idóneo, sino hacia el que la resignación indique. Aquí entran en juego más variables que la de programa, carisma o campaña. Esta será la verdadera batalla perdida. Si el sentido común que se instala en los próximos meses (y que ya empezó a instalarse desde hace varios años) es que sólo queda resignarse, la elección ya está ganada/perdida.

Tal vez también sea bueno admitir que el fujimorismo ha ganado un poco. Ha ganado en tanto presenta a más de un candidato en estas elecciones aunque no nos guste. Los empresarios lo llaman "diversificar la inversión", yo lo llamo metástasis. Creer que se venció y que lo que toca es "defender lo que queda" es ingenuo. Lo que toca defender son mínimos, no máximos. La lucha no es ya entre democracia real (¿cuál?) o la hija del dictador. La lucha, si queremos ganarla en parte, pasa por cambiar el relato de lo que está en juego: el sentido común de lo que es posible defender para sobre eso construir un país más decente, o el sentido común que dice que ya no es posible y que todos son iguales.

Esta es la nueva clave. Mal hacemos al pasarla por alto y seguir las discusiones que no importan porque de momento, no son prioritarias.


* He de decir, como anotación final, que me ha apenado mucho que Sergio Tejada no ganara las primarias. Sin duda, las decisiones democráticas se respetan, pero esto no quita que el resultado sea elocuente de los costos que se pagan por ir sin garantías a un proceso donde cualquiera con inscripción te pone las reglas, el aparato y los votos. Que una carta joven como Tejada y con trayectoria que sumaba de cara a las elecciones no fuera ratificada en primarias muestra, entre otras cosas, una gran  falencia de la(s) izquierda(s): la incapacidad de realizar un diagnóstico sobre la realidad. El caso de Humala parece antes una anécdota y hay que reconocer que les jugó a favor también el contexto. Hoy, con un Humala que ha golpeado a la izquierda por dentro y fuera, y sin el contexto que les sume, antes puede el cálculo individual que el diagnóstico. 


Escrito por

Laura Arroyo Gárate

Feminista, lingüista, trabajólica y miope. 100% peruana.


Publicado en

Altoparlante

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