La precandidatura de Verónika Mendoza supone una buena noticia. Me gusta y me parece una apuesta decente y efectiva. Es, además, una figura de consenso.

El reto primero son las primarias. No seré yo quien no defienda la importancia de las primarias y el proceso en sí. Tanto porque creo que se gobierna mejor cuando lo decide la gente, como que se legitiman opciones cuando tienen apoyos significativos en estos procesos. Sin embargo, pienso al igual que Levitsky, sobre estas primarias en concreto, que no hay necesariamente un fortalecimiento democrático ni re-legitimación (ya sea de Mendoza u otro candidato) fuera del espacio interno y tampoco me queda claro que esto sume a la pre-candidatura de Mendoza. A veces el principismo o el correccionismo político se aleja de la realidad pero este tema da para largo y debate seguramente. Tendría un ojo puesto, sí, en el papel de las bases de TyL que tienen fuerza y que quién sabe, podrían dar sorpresa en favor de Arana, candidatura que saludo pero que reconozco insuficiente en el contexto electoral que tenemos, repito, fuera: en la calle no en el espacio autorreferencial interno.

Por otro lado, y esto es importante, la batalla después. Aquella que define el lineamiento de una campaña donde cualquier paso en falso supondrá derrotas que no debemos permitirnos. Por un lado la utilización del marco "izquierda-derecha" que a muchos encanta y que otros tantos dan por supuesta e invariable, pero que no funciona o, mejor dicho, no nos beneficia. En este marco perdemos. Inserten aquí las razones que quieran. Lo cierto es que ese marco no es el principal en el que deberíamos jugar si hay que hacerle frente a García, Fujimori, PPK y Toledo. Esto no implica renegar de la izquierda ni de la ideología ni los símbolos tradicionales del sector, pero sí priorizar un discurso de campaña basado en otros sentidos comunes.

Por otro lado, el marco corrupción-decencia ha perdido también cierto peso. Mendoza podría bien cuadrar nuevamente la discusión ahí. me temo que corrupción es igual un concepto que pierde fuerza con el tiempo y aun quedan varios meses para las elecciones. Se corre el riesgo de perder el discurso si se centra la campaña en este marco. A esto hay que añadirle el consenso de que "todos están embarrados" sin "medir" o al menos diferenciar niveles de barro y esto termina por jugar nuevamente en beneficio de los embarrados. Los neutralizas a todos y entonces ni Keiko Fujimori no Alan García parecen tan "indecentes". Se vuelven "políticos típicos". Cuidado con eso.

So riesgo de sonar primero muy academicona y luego muy simplona va una idea: si la hegemonía es la disputa por los sentidos comunes, es necesario construir hegemonías. Pero, y esto es importante, si ya tenemos un sentido común instalado en el electorado que es el de "todas las alternativas son un desastre" (17% blanco o viciado en la última encuesta GFK) el marco que suma y aglutina es tal vez el de la polarización "males mayores-alternativa". Hace falta, eso sí, trabajar la idea de "malos mayores" en lugar de permitirle a los candidatos que logren instalarse como "mal menor". Esto, por cierto, sabe hacerlo muy bien Garcia, ojo.

Para ser la "alternativa" hace falta un discurso que se oponga sí, pero sobre todo que ilusione. Mendoza, para ello, es muy importante. Arana, en este juego, pierde de muy lejos. Esto implica, claro, no renegar de la izquierda (jamás! Es constitutiva y eso es bueno) pero sí dejarla como médula en el contexto electoral. Implica tener la humildad para entender que las izquierdas ahora mismo no bastan, que si la apuesta es aglutinar se necesita ser esa "alternativa" pero para todos aquellos que así como no se sienten representados por los candidatos actuales, tampoco lo hacen con un discurso típico de izquierdas.

Esto supone dejar de lado demandas? No necesariamente. Esto supone tener un discurso y una estrategia que se construya y conviva con las contradicciones. Al final del día, la política es eso y la madurez política tanto de Mendoza como de quienes en ella confíen debe basarse también en esto: en reconocer que el reto es enorme y que estar a la altura implica no ceder, sino, redirigir algunas apuestas.

Dicho todo esto, confieso, se puede hoy al menos respirar con más optimismo que ayer. A las 11am de Perú yo estaré entrando a la noche aquí en España, pero aplaudiré a mi modo el gesto valiente de Vero y claro, el coraje para lo que se viene que no será nada fácil.


(Foto: Patrick Grey Murayari Wesember)