La mañana del ocho de mayo, España amaneció electoral. La campaña había iniciado a las 00 horas de aquella noche con el tradicional pegado de carteles. Los principales representantes políticos de las agrupaciones en disputa se colocaban en el marcador con pegamento, carteles y escobas en las manos. A la mañana siguiente, en Madrid, se podía ver buses pintados con los colores alusivos a las agrupaciones políticas en disputa, carteles pegados en los taxis y banderolas colgando en los postes de luz. Como es evidente la cantidad de publicidad desplegada por la ciudad evidencia la diferencia en los presupuestos de campaña, las prioridades y, por qué no decirlo, el estilo/modelo de lo que veríamos en los próximos quince días.
Jaque al… bipartidismo

Si algo ha caracterizado a esta campaña electoral es la dificultad para mantenerse “al margen”. Las opiniones están a la orden del día. Caminar con una pulsera de ‘Podemos’ o un pin de ‘Izquierda Unida’ despierta miradas con valoración. España, que siempre ha tenido una cultura política mayor que la peruana, se ve ahora sorprendida de sí misma. Es el rezago del 15M, de quienes participaron en él activamente, pero también del sentir que dejó: el poder de la movilización ciudadana para transformar un sistema que ahorca.

‘Podemos’ es la agrupación liderada por Pablo Iglesias que logró articular este sentimiento ciudadano y darle color (morado), nombre (Podemos), rostros (Iglesias, Errejón, Rodríguez, Echenique, Bescansa, Monedero, Alegre, entre otros) y un discurso eficaz que aludía al descontento o, mejor dicho, a los descontentos. La receta parece simple, pero la carrera es más fácil de ganar que la maratón. Ahora, a la mitad del camino, el cansancio y cierta dosis de inexperiencia se hizo sentir.

La agrupación que llegó a liderar la intención de voto hasta fines del año pasado se estancaba en las encuestas y empezaba a decaer. Las razones, que son varias y complejas, no son materia de este espacio pero basta decir que una agrupación que se construye sobre la marcha de una campaña electoral (una de las más intensas en los últimos años) tiene, cuando menos, un problema de estructura. Si a ello se añade el carácter híper-heterogéneo de las bases y el aparato mediático en oposición a la agrupación, la fórmula es devastadora. La campaña, sin embargo, ha vuelto a sacar lo mejor de la formación, el sentimiento de ilusión que los llevó a conformarse de cara a las elecciones europeas hace un año y a sus mejores figuras. Rostros y nombres jóvenes, nuevos, enérgicos y, como ellos mismos se reconocen, muy “de la calle”, “de la gente común”.

Pero esto no basta para ganar las elecciones. La identificación de los presentes en un mitin con la intensidad de Iglesias, la energía de un Íñigo Errejón que ha crecido cada día de la campaña, o la serenidad y familiaridad que despierta José Manuel López, candidato a la Comunidad de Madrid, sirven para los aplausos, para los rostros emocionados y para el clásico “sí se puede” masivo. Pero la victoria es aún esquiva.

Errejón (jefe de campaña), lópez (candidato a la comunidad de madrid) e iglesias inician la campaña pegando carteles en madrid.
 
fOTO: DANI GAGO

Aún así, y esto se siente en las calles, estas semanas de campaña han resucitado a una formación que iba cayendo en el letargo o el típico “cabreo” discursivo. Un arrinconamiento del cual se benefició ‘Ciudadanos’ una agrupación de centro derecha que se presenta como nueva (aunque no lo sea realmente) y como la renovación de la política. Se apropiaron de elementos fundamentales del discurso de Podemos, y llevaron el discurso del “cabreo” a la propuesta concreta. No obstante, y aquí está uno de sus grandes errores, no logran representar lo que Podemos representa. Hablar de un “cambio sensato” les permitió gozar de simpatías pero en la vorágine de la campaña Podemos logró instalar un mensaje que los ponía fuera de juego: en política hay que tomar decisiones, no se puede estar con los desahuciados y con los que desahucian.

Ahora bien, Podemos no logrará la victoria en estas elecciones en aquellos lugares a los que va con su marca. Lo hará sí, en Barcelona, como parte de la coalición que encabeza Ada Colau, una activista social que encabeza las encuestas y podría hacerlo también, y no es poca cosa, en Madrid donde un empate técnico la semana pasada hizo tambalear al Partido Popular. La exjueza Manuela Carmena es tal vez una de las figuras de mayor consenso en la capital y ha logrado despertar simpatías diversas. Madrid, gobernada por el PP desde 1991, podría dar un giro hacia la izquierda o, en términos de Podemos, hacia “la gente”.

Pero el dato importante no es el de las posibles victorias, sino el del cambio. Se acaba la era de las mayorías absolutas y los partidos otrora confiados se verán en la necesidad de pactar y negociar con las agrupaciones políticas que han entrado en el escenario político para quedarse. Este es el cambio que no tiene marcha atrás. El domingo se abre un nuevo escenario político en España y Podemos ha protagonizado este sentir. No obstante, su reto empieza al día siguiente.

LÓPEZ (CANDIDATO A LA COMUNIDAD DE MADRID), IGLESIAS (SECRETARIO GENERAL DE PODEMOS) Y CARMENA (CANDIDATA A LA ALCALDÍA DE MADRID) EN LAS VISTILLAS.


FOTO MADRIDIARIO: KIKE RINCÓN


El reto Podemos: ¿listos para gobernar?

El anuncio lo vimos en las elecciones de marzo en Andalucía. Podemos se hacía con 15 escaños que le permiten negociar con el PSOE, ganador de las andaluzas, condiciones para otorgar el voto de la investidura. Es justamente el terreno de la ‘real politik’ en que Podemos todavía no se ha dado a conocer. La estrategia fue correcta, las negociaciones permitieron que la agrupación mantuviera el halo de coherencia y con tres medidas o líneas rojas pusieron sobre la mesa las condiciones para negociar.

Como era de esperar, la campaña electoral en todo el país ha generado consecuencias en las negociaciones. Mientras que desde el PSOE se busca instalar la idea de un “bloqueo institucional” que no permite que Susana Diaz asuma su cargo, en Podemos se señala que las tres medidas son de sentido común y de coste cero: que la Junta no contrate con bancos que desahucien a familias “sin alternativa habitacional”, que se reduzca el dinero que se gasta en asesores para destinarlo a readmitir médicos y profesores y que Chaves y Griñán, expresidentes vinculados a casos de corrupción, dejen sus escaños.

De momento no hay acuerdo y las negociaciones han sido suspendidas hasta luego de las elecciones pues el PSOE no quiere correr el riesgo de golpear aún más a su partido de cara al 24 de mayo. Podemos y Ciudadanos, sin embargo, se han fortalecido con estas negociaciones. A partir del lunes, ambos partidos políticos tendrán en sus manos la posibilidad de otorgar mayorías en las comunidades autónomas y los ayuntamientos. La negociación, el diálogo y el consenso marcarán la agenda en los gobiernos locales y este cambio es insólito. El tablero político variado, el bipartidismo quebrado y la ‘real politik’ en una nueva fase.

Este es el principal reto de Podemos, no sólo lograr manejar estas negociaciones con la coherencia que les permita llegar a las elecciones generales de fines de año sin sapos que tragar, sino también mostrarse ante los electores españoles como una fuerza política capaz de gobernar y con resultados bajo el brazo.

pablo iglesias hoy en multitudinario mitin en zaragoza.


foto: dani gago

Quedan pues, cuatro días para el cambio y escribo este texto desde dentro de la vorágine. Sin embargo, mi condición de extranjera me permite mirar con otros anteojos. Creo, honestamente, aunque entiendo que no basta, que ya se puede hablar de cierta victoria en España. Una victoria que está evidenciada en la acción política ciudadana que se percibe en los metros, los bares, los cafés y las plazas. El 15M, que abrió “una ventana de oportunidad”, encuentra en este 2015 el momento para demostrar su poder. Si esta ventana se pierde las consecuencias son imprevisibles, pero sobre eso no hay tiempo de conversar.

En Podemos están convencidos de que este domingo salen a ganar porque el cambio es ahora. Confieso que luego en cada mitin, entrevista y acto público siento a esta victoria más posible; sin embargo,  a veces pienso que no notan que hay un cambio que ya lograron y que, pasada la vorágine de la campaña, deberían también aplaudirse. Merecido lo tienen.