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Descripción gráfica de "aglutinar". PODEMOS. (Foto: A. Ruesga para El País)

La unidad del sentido común

Publicado: 2015-03-03

Durante estos días he leído con interés las columnas de Sergio Tejada, Francisco Durand, Alberto Adrianzén, Carlos Meléndez y la lista de preguntas de Javier Torres que apuntan, de alguna manera, a señalar el contexto que se abre en Perú para el origen de fuerzas políticas que aglutinen el electorado descontento con los representantes actuales (y de siempre).

En cierta medida, es cierto que en Perú un escenario como el del 2011 vuelve a generarse pues el temor frente a la posibilidad del fujimorismo (esta vez sumado al APRA) puede dar pie a la “unidad” pragmática. Sin embargo, hay dos variables distintas: no hay un liderazgo del corte que tenía Humala en las elecciones pasadas y, tal vez lo más importante, el factor Humala ha dejado no sólo agrupaciones debilitadas, sino también un electorado descontento que desconfía de un discurso de cambio venga de donde venga. Además, la idea de “unidad” se ha percudido, también por el viraje de Humala, y se ha empezado a priorizar un discurso de principios por sobre uno de circunstancias específicas.

El riesgo es siempre el mismo. Que no se logre hacer frente al enemigo real que está allá afuera, protagonizado por Fujimori, García o Urresti que, como bien señala Adrianzén, buscan finalmente lo mismo: impunidad. Por eso me gusta la propuesta de Sergio Tejada, aunque con matices.

Alguien podría decir que dicotomizar “arriba-abajo” en lugar de “izquierda-derecha” no es otra cosa que una estrategia electoral efectiva. Puede serlo, pero ello no le quita validez. El discurso de Podemos en España, ya que más de un columnista los ha mencionado, va en esta línea desde el inicio. La “casta” no es otra cosa que el rótulo para los de “arriba” y, aunque sus líderes no reniegan de sus orígenes de izquierda, han dejado ese aspecto de lado en el discurso y las propuestas porque “no toca”. Si lo que se debe lograr es ganar y con mayoría absoluta (no es un sistema presidencialista, ojo), el objetivo es aglutinar. Para ello han consolidado un discurso de mínimos acuerdos que, en el contexto español de crisis de régimen, parecen suficientes. Las palabra “cambio” viene acompañada de “sentido común”, lo que da a su propuesta el aval de la lógica ciudadana frente a un sistema que ha llevado al estado de bienestar a la hecatombe.

Pero hay un detalle que añadiría a la propuesta de Tejada. Como bien señala, no es factible generar una unidad por “oposición” ya que esto implica que esté pegada por babas, pero hace falta más. Antes que buscar programas con mínimos tan amplios como los que propone, buscaría consensos bastante más específicos y que, finalmente, se encuentran más cerca del electorado. Es momento de cambiar el consabido “cambio de modelo ____” (añada aquí su frase de preferencia: primario-exportador, neoliberal, subordinado a los grandes intereses, etc.) por cambios estructurales más específicos: lucha contra la corrupción, lucha contra la inseguridad ciudadana, igualdad de derechos para todxs, acceso a la información, etc. Estrategia, discurso y estética de nuestros tiempos. Los jóvenes han tomado esa batuta con las marchas anti Ley Pulpín, pero ahí no puede terminar el juego.

Hay además otro componente importante y constitutivo de una agrupación como Podemos en España: el componente académico. Esto les ha permitido articular discursos efectivos y estratégicos que se sostienen en el tiempo y gozan de un aval relevante en la ciudadanía, pero también a la hora de enfrentarse a contendores en las tertulias televisivas. En Perú, como en todos lados seguramente, la academia ha estado muchas veces separada de la cotidianidad, sobre todo en las formas. En un espacio en que se articulen diversas fuerzas con la intención de hacerle frente al fujimorismo, aprismo y demás representantes del mismo discurso aunque decorados (Kuczynski, Urresti, PPC, Solidaridad Nacional, Acuña, etc.) hace falta también un componente académico activo.

Ahora bien, hay que ser conscientes de que ni Grecia es España ni España es Perú. Hay similitudes ineludibles, pero también diferencias sustanciales respecto del espacio en que se originaron estas agrupaciones que están marcando un discurso de cambio en Europa. El hartazgo que permitió el origen de Podemos en España, por ejemplo, fue un hartazgo con la clase política y no con el ejercicio de la política en general, como ocurre en Perú. Se trata, además, de una sociedad muy politizada. Lo que hay que hacer, por más obvio y vacío que resulte, es volver a darle poder a la ciudadanía. Para ello hay que generar espacios de participación masiva y de toma de decisiones y ello pasa por aglutinar no desde el “centro” (para que no me lancen tomates sólo por mencionar la palabra), sino desde el sentido común y, por qué no decirlo, desde “abajo”. Estratégico, sí. Válido también.

Finalmente, como señala Iglesias en 'Disputar la democracia: política para tiempos de crisis': "Es importante recordar que la radicalidad en política no se mide por los principios o lo encendido de los discursos, sino por la radicalidad de los resultados." Una dosis de pragmatismo es justa cuando lo que está en juego lo amerita.


Escrito por

Laura Arroyo Gárate

Feminista, lingüista, trabajólica y miope. 100% peruana.


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