Aduviri: síntoma y consecuencia
Por cada político mediocre y cínico hay su contraparte dirigencial. Típico
(@pacobardales)
Podríamos decir que hoy canal 5 ha hecho SU día. El ráting debe haberle sonreído muchísimo pues el líder de la región sur de Puno, Wálter Aduviri, ha estado todo el día en las instalaciones de Panamericana Televisión debido a que tiene orden de captura y si sale del canal sería detenido. ¿Por qué no pueden detenerlo mientras esté en dicho espacio? Porque para ello la Policía necesitaría tener una orden de allanamiento. ¿Y ahora?
Primero lo primero: nadie debería evadir la justicia. Esto vale para todos si no de qué clase de país estaríamos hablando. En este sentido, es importante hacer notar que el líder puneño se encuentra en falta. Sin embargo, la línea que he tomado de @pacobardales y está al inicio de este post encierra una gran razón que nos hace llegar a esta situación: la indiferencia política. Es más, no nos engañemos, nuestra propia indiferencia también.
Ah, es que tampoco podemos caer en el simplismo de decir “Aduviri ha faltado a ley y que lo metan en la cárcel sea como sea, de una buena vez”, como he escuchado. Primero, porque sacarlo del canal (o de cualquier otro recinto) sin la orden de allanamiento que el juez no ha dictado sería incurrir también en una ilegalidad. Segundo, porque hay más cosas que mirar en este panorama que el caso particular de Aduviri. Él es un síntoma y una consecuencia.
Los pobladores de Puno vienen protestando hace 31 días (con interrupciones, o sea, varios días más). Como era de esperarse, en Lima no nos enteramos del asunto hasta que la protesta se radicalizó, vale decir, empezaron a bloquear carreteras, causar daños a sedes públicas en Puno, entre otras cosas fuera de la ley. Entonces, Puno recién se volvió un lunar en la cara limeña del Perú: molestoso, pero chiquito.
Y en ese momento, cuando a pesar de la tardía notoriedad de este conflicto todavía se podía prever algo, ¡zas!, sale nuestro Presidente de la República (sí, ese personaje que prioriza la construcción de un monumento cristiano importado de Río de Janeiro porque hasta para ridiculizarnos le falta originalidad) a decir que se ocupará del conflicto una vez concluidas las elecciones. ¡Y esto lo dijo el 24 de mayo! O sea, 11 días antes de las elecciones. Pero, esperen, hay más: han pasado 10 días desde las elecciones, ¿y el Ejecutivo? Nada. No han volteado a mirar a Puno.
Esto no se trata de las motivaciones de la protesta ni del pliego de reclamos puneño. Al margen de si son o no factibles de cumplir, si tienen o no razón (según quién observa el problema), etc. lo sancionable es la indiferencia del gobierno para ir a escuchar el punto de vista de quienes reclaman y dialogar con ellos.
Entonces, ¿Aduviri actúa fuera de la ley al no someterse a la orden de captura que pesa sobre él? Sí. ¿La radicalización de la protesta en Puno implicó medidas ilegales? Sí. ¿Debe haber sanción por ello a los líderes? Sí. Pero estas no son las únicas preguntas. ¿El conflicto pudo disminuir con presencia del Estado? Sí. ¿El Presidente García evadió su responsabilidad al dejar que el conflicto se “solucione solo” durante más de 20 días? Sí. ¿Debería haber sanción por eso? También.
Si en este país no se respeta la ley ¿de qué clase de país estamos hablando? Pero, guarda, ¿de qué justicia estamos hablando cuando solo se sanciona a los opositores y a los oficialistas se les archivan los casos? ¿De qué clase de país estamos hablando cuando solo se sanciona un lado de la historia, a uno de los responsables? Y la sanción ni debería ser solo legal, si hubiera sanción ciudadana me daría por bien servida, me resignaría con una sonrisa. Pero no. La mayor parte de comentarios que he escuchado el día de hoy solo mencionan un lado de la historia.
Cuidado, porque Aduviri es la consecuencia de la indiferencia y el hartazgo, pero también es un síntoma de aquello a lo que puede llegar este hartazgo. No seamos tan tontos como para gestarlo y no seamos tan simples a la hora de juzgarnos a nosotros mismos.